Foto: Abdullah Al Mahfuz / Solent News / Cordon Press
Desde el aire, el río Buriganga a su paso por Daca (capital de Bangladesh) se convierte en un tapiz de formas, donde los botes se agrupan en una formación que recuerda a los pétalos de una flor. Pero esta disposición no es solo estética: tiene una razón práctica y milenaria. Estos antiguos barcos de pesca, ahora usados como transporte fluvial, se amarran de forma colectiva para resistir la fuerte corriente del río. Cada embarcación sirve de ancla para la siguiente, creando una estructura estable y segura, como una especie de red flotante.
Este método tradicional permite "aparcarlos" sin ocupar demasiado espacio, y ha sobrevivido al paso del tiempo por su eficacia. Miles de personas cruzan el río cada día para ir al trabajo o al colegio, y esta flota bien organizada es parte esencial del sistema de movilidad de la ciudad. Un ejemplo más de cómo, a veces, la necesidad da forma al arte... incluso cuando hablamos de barcos.