A veces la naturaleza nos regala espectáculos que parecen sacados de un sueño. En la imagen, las aguas de la cascada Gullfoss, en Islandia, descienden con fuerza mientras el sol y el agua dibujan no uno, sino dos arcoíris. El primero se forma cuando la luz del sol entra en las gotas de agua en suspensión, se refracta y vuelve a salir. La luz blanca se separa entonces en los todos colores del espectro visible, creando ese semicírculo multicolor que forma el arcoíris.
En condiciones específicas puede aparecer un segundo arco más tenue y, si nos fijamos, con el orden de colores invertido. Esto ocurre porque parte de la luz realiza un segundo rebote dentro de la gota antes de salir. Esa trayectoria extra reduce la intensidad del arco y altera el orden de los colores, generando lo que se conoce como "arcoíris secundario". Este fenómeno depende de la posición del sol, el ángulo de observación y la presencia de muchas gotas suspendidas en el aire, como ocurre a menudo cerca de grandes cascadas. En lugares como Gullfoss, el agua pulverizada y la luz oblicua de la tarde crean las condiciones perfectas para este espectáculo mágico.